Está por demás exigir un conocimiento mínimo a cada profesional cuando nos vende ya sea un producto o un servicio, un conocimiento que complete con información veraz sobre estos productos y servicios para saber como consumidor si cubrirán nuestras necesidades como compradores o consumidores, hoy en día podremos encontrar “vendedores” a los cuales les hacemos dichas preguntas para saber si lo que vamos a adquirir es ad hoc a lo que buscamos y las respuestas o son inciertas, incorrectas, llenas de dudas o simplemente inexistentes quedándonos estupefactos y cuestionándonos ¿Cómo es posible que pongan a esta persona para venderme esto? No es posible que quien debería orientarnos, ayudarnos o incluso quitarnos es pequeña duda que podríamos tener entre uno y otro producto, esa duda que podría hacer que nos decantemos por uno y no por otro solo con un poco de información y muchas veces el “vendedor” no esta lo suficientemente capacitado para hacernos discernir y elegir con claridad, esto claramente es responsabilidad del que oferta. Pero ¿Qué pasa cuándo el demandante no tiene ni idea de lo que…
Cultura etílica
Como si de una asignatura en el colegio se tratase, todos deberíamos aplicarnos en el tema, pero como esta “cultura”, es parte de la educación y no del aprendizaje, debería aprenderse en casa y no en otra parte. Con esto quiero decir, que los padres, cuando vean una edad prudente en sus hijos para el consumo del alcohol, no duden en enseñarle todo lo que sus conocimientos les permita sobre tema. Primero que nada, no hay que engañarse en la edad de los “nuevos consumidores”, lo que un padre “normal” haría, sería no permitir beber bebidas alcohólicas a sus hijos, hasta que no cumplan la mayoría de edad legal, pero quién no ha bebido antes?..