Está por demás exigir un conocimiento mínimo a cada profesional cuando nos vende ya sea un producto o un servicio, un conocimiento que complete con información veraz sobre estos productos y servicios para saber como consumidor si cubrirán nuestras necesidades como compradores o consumidores, hoy en día podremos encontrar “vendedores” a los cuales les hacemos dichas preguntas para saber si lo que vamos a adquirir es ad hoc a lo que buscamos y las respuestas o son inciertas, incorrectas, llenas de dudas o simplemente inexistentes quedándonos estupefactos y cuestionándonos ¿Cómo es posible que pongan a esta persona para venderme esto? No es posible que quien debería orientarnos, ayudarnos o incluso quitarnos es pequeña duda que podríamos tener entre uno y otro producto, esa duda que podría hacer que nos decantemos por uno y no por otro solo con un poco de información y muchas veces el “vendedor” no esta lo suficientemente capacitado para hacernos discernir y elegir con claridad, esto claramente es responsabilidad del que oferta. Pero ¿Qué pasa cuándo el demandante no tiene ni idea de lo que quiere? O pretende que el que vende le solucione todo, incluso en cuestión de gustos, aquí se nos viene a la cabeza una cuestión, Y la responsabilidad del consumidor ¿Qué? ¿Para cuándo? Y lo digo solo por una cuestión, muchas personas compran sin conocer estos productos o servicios y luego se quejan de que no es lo que necesitaban o querían, está claro que el consumidor es el primero en saber que es lo que quiere, pero vamos a lo que más nos interesa, el tema gastronómico, siempre lo he dicho, mucha gente conoce el origen de la marca de su camisa, cómo se hacen sus zapatos, de que material es su abrigo, los caballos de potencia de su automóvil… y así podría seguir un buen rato, pero ninguno de estos sabe como se elabora lo que bebe o de dónde sale lo que come, lo más lamentable es que lo de la ropa o el vehículo es algo externos al cuerpo y lo de comer y beber lo vamos a ingerir, es más, lo haremos a diario.
¿Acaso no deberíamos conocer perfectamente lo que nos llevamos al cuerpo? Y lo digo por una cuestión que va más allá del tema del gusto o los sabores, más allá de conocer los productos lo suficiente para que no nos engañen, los “tiburones” huelen la sangre y cuando te ven que no dominas, date por jodido, y es que me refiero al tema de la salud claro está, ¿Acaso no deberíamos estar bien informados respecto a lo que bebemos y comemos? ¿De qué está hechos nuestros alimentos? o de ¿Dónde proceden? ¿Cuáles son sus métodos de elaboración? si tienen conservantes o ¿no? si son de origen natural o sintético, y que hay de los colorantes, potenciadores de sabor, azúcares, Los números E que pueda contener, si contienen jarabe de maíz o algún otro componente a base de maíz transgénico o similar, como ves, una serie de elementos que aunque sean aptos para el consumo humano y estén al alcance de todos en el mercado, nunca está demás que nosotros sepamos sobre las posibles consecuencias de consumir estos productos y que solo dependa de nosotros con ayuda que aporta el conocer esta información si queremos o no consumirlos, pero claro, ¿Cuántos están dispuestos a empaparse de esta información? En los tiempos que corren no es excusa decir que no existe esta información o que no está a nuestro alcance, en todo caso sería lo contrario, que el exceso de información con la que se cuenta podría llevarnos a confusión, pero al parecer no es el caso.
Es obligación y responsabilidad del consumidor conocer no solo lo que le gusta (que hay personas que ni eso saben, o hay otros que se quedan tan anchos diciéndote… Yo solo se lo que me gusta y lo que no, nos ha jodido, a ver si soy yo el que te tiene que decir hasta eso) sino también lo que necesita o busca, pero sabiendo además que lo que adquiere es saludable para él y su familia, recuerda que en muchos casos es solo una persona la que decide lo que va a comer toda la familia y ni que decir de aquellos padres que dejan a sus hijos elegir sus alimentos, pero por favor, ¿De cuándo aquí los niños saben lo que necesita para nutrirse? Esto no lo saben mucho adultos y lo van a saber los niños, después por qué no comen pescado, verduras, ni que decir del tema de la salud, o son unos “especialitos” para comer y da hasta vergüenza salir a comer con ellos, no me dejarás mentir que si no conoces casos de estos directamente seguro que lo haces de manera indirecta.
No te pido que saques un master en ciencias alimentarias, ni que te gradúes cum laude en nutrición, solo digo que deberías leer un poco al respecto, ayúdate mirando las etiquetas de los productos que consumes habitualmente y verás como irás cambiando tus hábitos alimenticios, te irás creando un criterio más serio para lo que necesitas y al menos obtendrás productos más saludables para ti y tu familia. Incluso en un plano puramente hedonista, sí, cuando consumimos algo por simple ocio y disfrute debemos estar informados de lo que nos llevamos al cuerpo, ¿Cómo es posible que sepamos tanto de lo que compramos y es externo a nuestro cuerpo y no sepamos, en muchos caso nada sobre lo que ingerimos? Muchas veces la falta de información no nos deja saber que aquellos productos preparados que nos gustan tanto como salsas, bebidas pastas, sopas, productos congelados… Nosotros podríamos hacerlos con muy poco tiempo y esfuerzo de manera natural, rápida, con productos básicos y frescos, De hecho hay una denominación para esos alimentos que han sido modificados genéricamente muchas veces a lo largo de los años, son denominados como Frankenfood haciendo una clara alusión a comida Frankenstein, que dicho sea de paso, no todo los alimentos modificados genéricamente tienen que ser malos o producir enfermedades, justo ese es el tema, hay que estar más informados que nunca respecto al tema, pero ¿Por qué? Si nos gustan tanto esos productos no indagamos más sobre ellos ya que sabemos que muchos de los productos que compramos muchas veces no son lo que nos quieren hacer creer que son, existe mucha información engañosa que se presta a diversa interpretaciones y esto no debería ser así, pero mientras esté legalmente permitido lo de las verdades a medias como información y nosotros no estemos lo suficientemente culturizados al respecto, va a seguir existiendo productores y vendedores que se aprovechen de las circunstancias.